El siglo XVII fue por lo general una época de depresión económica, debida a la expansión mundial de los países europeos en el siglo anterior. Las malas cosechas y pestes provocaron el aumento del precio de los productos básicos. El número de pobreza fue cada vez mayor, las causas pudieron ser las innumerables guerras entre católicos y protestantes. El comercio en Europa también se estancó, sólo floreció en Inglaterra y Países Bajos.
El poder hegemónico de Europa basculó de la España imperial a la Francia absolutista, que se convirtió en el más poderoso estado del continente. En el siglo siguiente pasaría a ser Inglaterra. Francia y la Roma Papal fueron los principales núcleos del barroco. También España, aunque en decadencia política y económica, tuvo un esplendor cultural, el denominado ‘ Siglo de Oro’, con elevada calidad de literatura y artes plásticas.
El barroco se forjó principalmente en la Roma pontificia, donde el arte fue el medio de difusión de la doctrina contrarreformista. Sirvió para contrarrestar el avance del protestantismo y consolidar el catolicismo. Se creó la ‘Congregación para la Propagación de la fe’ para la predicación de la educación y la expansión de la Fe católica. Así recuperó numerosos territorios para la fe católica.
Culturalmente, el barroco fue una época de gran avance científico. Grandes ejemplos fueron Galileo Galilei, William Harvey, Isaac Newton, Torricelli… También de esplendor en literatura y arte en la España del ‘Siglo de Oro’.
El hombre del Barroco perdió la fe en el orden y la razón, en la armonía y la proporción; la naturaleza, no reglamentada ni ordenada, sino libre y voluble, misteriosa e inabarcable, pasó a ser una fuente directa de inpiración más conveniente a la mentalidad barroca. Perdiendo la fe en la verdad, todo pasó a ser aparente e ilusorio, también para mostrar la grandeza de las monarquías absolutas y de la Iglesia contrarreformista.
Por ello, pese a la crisis económica, el arte creció gracias al poder eclesiástico y aristocrático. Un ejemplo: para mostrar este arte eran las cortes de los estados monárquicos, como el palacio de Versalles. El auge del coleccionismo de obras de arte subió mucho y un ejemplo de gran coleccionista fue Felipe IV de España. Floreció notablemente el mercado artístico y también las academias de arte por toda Europa y colecciones en museos de estas, para conservar así este esplendor cultural que surgió en el siglo XVI.
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